Ahora que los peligrosos efectos de la contaminación atribuidos a los coches de gasolina son más que evidentes, sólo queda elegir una tecnología alternativa que presuma de eficiencia y respeto por el medio ambiente. Entre las muchas opciones que se ofrecen, las que parecen más prometedoras son los coches eléctricos, que funcionan con electricidad, y los coches de hidrógeno, que utilizan hidrógeno como combustible a bordo. ¿Cuál es la mejor opción? Ambos son relativamente nuevos, así que es difícil saberlo.
Coches eléctricos
Básicamente, un coche eléctrico es un coche alimentado por baterías que se propulsa mediante un motor eléctrico. En estos coches, las baterías eléctricas se utilizan para alimentar la transmisión, que a su vez acciona las ruedas y facilita la propulsión. Aunque estamos hablando de una tecnología nueva, los coches eléctricos debutaron en el siglo XIX. Sin embargo, la llegada de la tecnología de los motores de combustión interna, que condujo a la producción masiva de coches de gasolina hacia finales del siglo XIX y principios del XX, provocó su declive.
En el siglo XXI, estos coches vuelven a aparecer. Esta vez, la necesidad es urgente, dado el impacto de la contaminación en el medio ambiente. Los fabricantes afirman que los coches eléctricos que se fabrican actualmente no sólo son respetuosos con el medio ambiente, sino también muy eficientes. Parecen más que seguros de que esta vez no hay forma de que los coches de gasolina desbanquen a los eléctricos.
Coches de hidrógeno
Mientras que los coches eléctricos utilizan baterías para alimentar el motor eléctrico, los coches impulsados por hidrógen o-como su nombre indica- utilizan hidrógeno para hacer lo mismo. La energía química del hidrógeno se convierte en energía mecánica, ya sea quemándolo en un motor de combustión interna, como la gasolina en los coches de gasolina, o haciéndolo reaccionar con hidrógeno en pilas de combustible.
De hecho, los coches de pila de combustible de hidrógeno son más populares que sus homólogos con motor de combustión interna. Aunque el hidrógeno no es un fenómeno natural en el planeta, se puede obtener fácilmente de una amplia gama de fuentes no renovables (como el metano y otros combustibles fósiles) y renovables (como la energía eólica y solar). utilizado directamente en el vehículo. Por muy prometedora que pueda parecer, esta tecnología ha sido objeto de críticas recientemente, ya que algunos expertos sugieren que el uso de estos coches probablemente produciría más dióxido de carbono que los coches de gasolina.
Coches eléctricos frente a coches de hidrógeno
Para ir al grano, el hidrógeno tiene el mayor contenido energético por unidad de peso de todos los combustibles, lo que lo hace mucho más eficiente que la gasolina o la electricidad y da a los coches impulsados por hidrógeno una ventaja en términos de eficiencia de combustible. Aunque actualmente dependemos del hidrógeno producido por la quema de combustibles fósiles, el hecho de que pueda producirse a partir de fuentes de energía renovables y agua también juega a su favor.
Los coches eléctricos, por su parte, tienen una clara ventaja sobre los de hidrógeno, pues ya existe la infraestructura básica para su uso. Y lo que es más importante, no sólo hay que depender de los puntos de recarga públicos, sino que también existe la opción de cargar el coche en casa (somos un poco escépticos respecto a la primera opción, con un tiempo de carga estipulado de entre 4 y 5 horas). La recarga en casa también permite eliminar la afirmación de que los coches eléctricos consumen mucha electricidad, ya que la mayoría de la gente cargaría sus vehículos por la noche, cuando la electricidad está al mínimo.
Además de las ventajas potenciales de los coches eléctricos y de hidrógeno, también hay desventajas, como los elevados precios y la limitada infraestructura, que pueden hacer que te lo pienses dos veces antes de optar por ellos. En el caso de los coches propulsados por pilas de combustible de hidrógeno, la infraestructura, que aún está en fase de desarrollo, es probablemente el mayor obstáculo. Llevará algún tiempo sustituir la actual infraestructura de gasolina por cualquier nueva infraestructura de hidrógeno, lo que dependerá totalmente de la seriedad con la que la gente decida cambiar. Del mismo modo, la tecnología necesaria para almacenar hidrógeno líquido a bordo aún no se ha desarrollado por completo.
En el caso de los coches eléctricos, la mayoría de los problemas se refieren a las baterías utilizadas en ellos. Estas baterías de iones de litio son bastante caras, lo que aumenta considerablemente el coste de producción de estos coches. El resultado final es que los coches eléctricos son mucho más caros que sus homólogos de hidrógeno. Al mismo tiempo, recargar estas baterías puede llevar cierto tiempo, lo que las hace inutilizables para viajes largos.
Aunque ninguno de los dos genera contaminación por el tubo de escap e-porque se denominan vehículos de cero emisiones (ZEV)-, la producción de combustible que utilizan sí tiende a contaminar el medio ambiente. Los coches eléctricos funcionan con electricidad producida en centrales eléctricas mediante la quema de combustibles fósiles.
Del mismo modo, el hidrógeno no es natural, sino que tiene que producirse a partir de combustibles fósiles no renovables. Ambos requieren electricidad, y si seguimos dependiendo de los combustibles fósiles para producir electricidad, no tiene sentido utilizar estos coches «verdes». Para contrarrestar esta situación, tendremos que recurrir a fuentes de energía alternativas para generar electricidad y utilizarla para producir el combustible necesario para propulsar los coches eléctricos y de hidrógeno.
Con todos los grandes actores de la industria automovilística entrando en escena, no sería de extrañar ver nuevos desarrollos de estos coches en un futuro próximo. Sólo podemos esperar que estos avances aumenten su eficiencia, disminuyan sus inconvenientes y nos ayuden a elegir el mejor de los dos.